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Cuándo ir al psicólogo

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Imagina que un problema está afectando a tu vida, que se ha ido alargando en el tiempo y transformándose diariamente en algo cada vez más dañino. Alguien te sugiere ir a terapia y surgen algunos “peros”, tratas de afrontar como puedes la situación pero parece que los problemas vuelven.

Lo que está sucediendo es algo frecuente: estamos empleando estrategias aprendidas en la vida para tratar de aliviar, reducir o eliminar el problema. Sin embargo, este se agudiza y es posible que veas que no puedes sólo.

01.

El problema genera emociones recurrentes,  desadaptativas y difíciles de controlar

02.

Tratas de resolverlo, pero persiste

03.

Personas cercanas te sugieren acudir a terapia psicológica

04.

Surgen «peros» para acudir a terapia y el problema se agudiza

05.

Aparece la desesperanza

El tiempo es, para algunas personas, el primer recurso. Es decir, la filosofía del “todo lo cura”. Sin embargo, es muy frecuente ver en consulta que los problemas no se van con el tiempo, sino que es lo que hacemos con el tiempo. Lo que hacemos nosotros por nosotros mismos.

 Lo más común es que cuando nos encontramos con este tipo de situaciones en que nos sentimos superados tendamos a pedir ayuda a aquellas personas significativas que se encuentran cerca de nosotros (familiares, pareja, amigos o compañeros de trabajo entre otros), y es cierto que contar con diferentes puntos de vista sobre la situación puede ser beneficioso y válido.

Sin embargo, es conveniente ser conscientes de que en la mayoría de los casos no va a ser tan eficaz como la ayuda profesional. Es imprescindible comprender que nuestros seres más cercanos no pueden desprenderse de la implicación emocional, de la preocupación o incluso el agobio, para ser lo suficientemente objetivos.

Señales de que debes ir al psicólogo

01.

Has intentado solucionar lo que te sucede de varias formas y no has conseguido el resultado esperado

02.

Los demás observan que necesitas ayuda, te lo sugieren o te verbalizan que «tienes un problema»

03.

Intentas, sin gran éxito, desconectar del problema y lo que te genera

04.

Esta afectando a una o varias áreas de tu vida: tú bienestar, tú familia, tú trabajo, tú sexualidad, tú pareja, tú ocio, etc.

Proceso de psicoterapia

El proceso de psicoterapia consiste en recabar información sobre lo que te sucede y determinar unos parámetros sobre el problema (cuándo empieza, porqué empieza, qué hace que se mantenga en el tiempo, qué has intentado, qué no has intentado) y plantear una devolución.

Es decir, devolver el problema al paciente para presentarle una serie recuersos que él, a su modo, empleará para resolver la situación enquistada con mi ayuda. A veces está claro cuál es el problema principal, pero a menudo es necesario ir ayudando a la persona a clarificar los objetivos que se persiguen realmente.

Antes de comenzar un tratamiento es importante que entiendas el «por qué ir a terapia». La mayoría de las personas que comienzan el proceso lo hacen porque quieren ayuda con un problema en particular. Algunas vienen por curiosidad o por un deseo de crecimiento personal; otras pocas, llegan a consulta contra su voluntad. Sea cual sea tu caso o tu motivación para comenzar, has de saber que cuanto mas motivado estés, mejores serán los resultados.

La terapia

TE AYUDA

Te ayuda a sentirte mejor

Te permite cambiar tu forma de ver las cosas

Te aporta seguridad, confianza y te hace crecer

Si eres consciente de que tus pensamientos te crean malestar, si te cuesta gestionar tus emociones para poder llevar una vida satisfactoria, has de saber que la psicoterapia es una opción que puede darte las herramientas adecuadas para hacer ese cambio que tanto deseas, sintiéndote acompañado.

Algunas creencias son limitantes y las vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida. Por ello, el psicólogo puede ayudarte a identificarlas, analizarlas, ponerlas a prueba y modificarlas.

TE EMPODERA

Te ayuda a comprender quien eres

… Y te ayuda a aceptarlo

Construimos una vida llena de recuerdos, de sucesos y emociones que nos influyen y nos van haciendo como somos. Esa amalgama eres tú, es importante, y cuidarlo implica un esfuerzo y una responsabilidad.

Asimilar quien eres implica comprender, aceptar y perdonar los errores. La consecuencia suele ser el empoderamiento…